Roberto Bolaño fue un gran escritor. Y sí, llevaba zapatos viejos y camisas arrugadas pero no era un tipo pobre. Todo lo contrario. Cuando publicó 'Los detectives salvajes' se convirtió en un 'bon vivant'. Tenía una mansión en Blanes, desde la que llamaba cada mediodía a la responsable de prensa de Anagrama para preguntarle si creía posible que uno de los protagonistas de 'El cor de la ciutat' muriera. O si creía que era posible que se liara con otro. Porque Bolaño era un gran escritor pero también era un gran fan de 'El cor de la ciutat'. Y de Gran Hermano y, sobre todo, de Belén Esteban. Cuenta la leyenda que en las noches de luna llena se reunía con Rodrigo Fresán para charlar sobre estructuralismo, John Cheever y Twin Peaks y acababa bramando:
-Todo eso está muy bien pero..., ¿qué me decís de Belén Esteban? ¡Eso sí es un personaje!
He aquí la conexión Bolaño-Esteban.
Pues Bolaño tenía razón. Y visión
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